miércoles, 3 de diciembre de 2014

El escote púrpura

Me gusta ser organizada. Me gustaría ser ordenada, que no es lo mismo... pero al menos ser organizada me hace la vida más fácil, como por ejemplo, tener un plan para cuando se tape el inodoro de la casa o echar una cobija extra en el carro durante el invierno para abrigarnos en caso de que se nos acabe la gasolina en la autopista y se muera la calefacción.

Lo mismo pasa cuando estoy trabajando en mis refashions. Generalmente cuando compro una prenda para refaccionarla ya tengo en mente qué voy a hacer con ella, y armo un plan para transformarla sin que muera en el intento y termine arruinandola, cosa que, por supuesto va en contra de mi objetivo principal que es reciclar para re-usar, no para re-botar.

En este caso compré esta semi-túnica pensando en una falda. Las figuras bordadas en la línea inferior me hicieron pensar en seguida en algo juvenil, descomplicado pero al mismo tiempo chic... shabby-chic si quieren. Además el color era apenas para el Otoño, ni tan triste ni tan folclórico. Así que con el plan de la falda en mi cabeza y descosedor en mano empecé la jornada. 

Una vez desprendidas las mangas, el bicho de la improvisación empezó a arañarme la cabeza. Ey qué tal una blusa? si bien es cierto que la falda es más fácil, los bordados se verían mucho mejor a la altura de la cintura -porque... seamos francas... las petite tenemos problemas para lucir cosas abajo de la altura de la rodilla...

El problema para optar por el camino de la blusa era el el horrible escote cuadrado rematado con un tejido de hilo que aparte de feo se notaba viejo y acabado... Aggghhh!!!!. Ese escote le quitaba a la blusa tela valiosa para poder inventar otra cosa. 

No quería prestarle mucha atención al bicho pero cuando me vió ir por el camino fácil, se le salió el camionero: no mamita!, quién dijo miedo!  qué tal si le añado la tela que le falta? de todas formas hay un par de mangas que sobran. Hágale a ver!

A pesar de que no soy muy buena improvisando, decidí darle la oportunidad  al bicho y apelar más a mi creatividad que a mi sentido de la organización. Así que empecé midiendo la cantidad de tela que necesitaba para re-construir el escote de la blusa. Al quitarle el tejido quedé con un borde ligeramente plisado que no se veía tan mal y le podría dar forma a los senos (recuadro 3). Desplegué una de las mangas y la puse debajo del escote amputado para medir y pegar la tela (Recuadro 4). Planché la línea del escote y la línea de la tela que iba a agregar para marcar el camino que debía seguir con la máquina de coser y hágale mamita, a coser se dijo (recuadro 5).

Una vez la tela quedó adherida, me guié por la forma trapezoide que tenía la espalda de la blusa para cortar el frente de la misma forma. Tuve cuidado de dejar un par de centímetros adicionales para hacer el doblez de lo que serían las nuevas aberturas de los brazos. 

Me quedaba entonces una linda blusa sin mangas con un cuello alto tipo Halter.

El próximo paso era ajustar la cintura, así que como siempre, me puse la blusa al revés, pineé la figura de mi silueta y pasé la máquina del lado derecho. En el lado izquierdo, lo que  hice fue cortar un poco de tela sobrante y adaptar una cremallera invisible para que me quepa la panza al ponermela.

La postura de la cremallera invisible es un camello ni el berraco, y para no hacerles más largo el cuento, decidí hacer un post aparte para quienes quieran ver el proceso completo. Pueden leerlo aquí.

Listo, Escote, check! cintura, check... ahora sólo quedaba resolver el tema del cuello.

Necesitaba encontrar una solución para poder abrir el cuello de modo que la cabezota me cupiera. Pero también necesitaba cerrarlo para que mis bubbies no se vieran. Opté entonces por echarle mano a la otra manga que quedaba y hacer una simple bandana que luego adheriría al cuello para unir la parte trasera y delantera de la blusa. Sweeet!!!!

Uno de los extremos queda abierto para ponerme la blusa y luego lo cerraría con...

La cereza de la malteada, un broche... por supuesto, provenía de un collar que también compré en la tienda del usado y que reciclé.

Me gusta ser organizada, pero de vez en cuando vale la pena dejarse llevar de la intuición!!!. Si algo sale mal, bueno... siempre habrá una botella de vino en mi alacena para que consuele mi decepción.

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